domingo, 9 de mayo de 2010

Sábado y Domingo qué días más lindos....


Esta frase me hace recordar una canción de Yola Polastri, muy bonita, en la que habla de lo bien que lo pasan los hijos con papá y mamá.
Ayer sábado, por la mañana, fuímos con Gabriel al mercado de Jesús María, allí lo único que le gustó fue probar el queso donde una casera. Por lo demás, estaba aburrido y pienso que fue porque el mercado a las 11 a.m. explota por la cantidad de gente que viene y va, y considerando una de las principales características autistas, la socialización, la situación no compatibilizaba con Gabriel.
Luego nos fuímos al supermercado, donde apenas llegamos, Gabriel pidió que lo pusiéramos dentro del coche, y se tranquilizó bastante, se portó muy bien. Nos ayudó cuidando las cosas que poníamos dentro del coche, y se mantuvo feliz mientras lo paseábamos.
Luego del paseo, regresamos a casa para almorzar, y decidmos llevarlo a la peluquería por la tarde. Ya eran las 2:30 p.m. y nos dispusimos a llevarlo a la peluquería, no sin antes contarle a dónde iba y haciendo el ruído de la máquina eléctrica para que no se sorprenda. Generalmente, cuando lo llévavamos a Gabriel al peluquero(a) apenas cruzábamos la Av. Arequipa (la peluquería donde Gabriel se corta el pelo está a 2 cuadras de la casa) él se quejaba y quería volver, intentando jalarnos en dirección contraria. Ésta vez, cruzamos la Av. Arequipa, y no hizo ningún ademán de queja o de querer regresar, es más, al colocarnos frente a la puerta de la peluquería, Gabriel esperó, entramos, y se sentó en el sofá...eso me dejó anonadado, y por supuesto que lo felicité y reforcé la descripción de la actividad. De inmediato salió la Sra. peluquera y me dijo que nos sentemos. Lo llamé a Gabriel para que se sentara en mis piernas y dejó que le pusieran su bata. ¡Fue increíble! Gabriel solito movía su cabeza para que le cortaran su pelo y no se quejó para nada. Finalmente sí se quejó cuando usaron la navaja, la cual le fastidia (¿y a quién no?). Luego lo talquearon y le cambiamos con su polo de repuesto para que no le fastidien los pelitos.
Muy contentos, nos enrumbamos a casa donde sabía que Marina estaría preparando un bizcocho a base de chuño, harina de ajonjolí, sin leche, ni levadura, ni gluten...
Apenas regresamos lo bañaron y se durmió. Por la tarde, le dimos a probar su bizcocho (a Sofía y a Gabriel) y se lo comieron toditito.
Ya por la noche y contentos por los avances, nos dispusimos a descansar, y a esperar el Día de las Madres. Bye.

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