domingo, 3 de enero de 2010

El paseo a Santa Rosa de Quives


Con lo poco que me queda de energía, procedo a contarles sobre el paseo de hoy. Aunque programé mi celular para que nos despertara a las 5:30 a.m., no hubo mejor despertador que nuestro Gabriel, pues a las 5:20 a.m. se entró a mi cuarto a despertarnos; e increíblemente Sofía ya se había despertado (parecía que ellos ya sabían que tenímaos un paseo). Junto a Yngrid nos pusimos a alistar las cosas para el paseo (que el día anteriro ya habíamos separado) y salimos a las 6:45 a.m. hacia el lugar de reunión donde nos esperaba un bus que nos llevaría al club. Llegamos a las 7:15 a.m. junto a mis padres. Nuestra primera preocupación fue saber si Gabriel aguantaría casi 3 horas de viaje en un bus y sin tener su propio asiento ya que iba a ir sentado en mis piernas. No puedo dejar de mencionar que estábamos emocionados por el paseo y por los resultados que podría tener Gabriel. Las primeras 2 horas Gabriel las supo tolerar, pero había un componente del que nos olvidamos, el hambre. A pesar de que habían desayunado a las 6:00 a.m., luego de 4 horas ya esperaban alimentarse y afortunadamente el bus hizo un alto en un restaurante donde compré unas rosquitas, papitas clásicas y aprovechamos en que tomaran sus refrescos que habíamos llevado. Luego de alimentarse, los chicos estuvieron mejor y aguantaron los últimos tres cuartos de hora de viaje sin problemas. Cuando llegamos Gabriel quería correr a cualquie lugar, y esa era la idea del paseo. Nos asignaron a Katty, una amable guía, y junto a ella pudimos recorrer el club.
Cabe señalar que en todo momento nos divertimos, en todos los lugares que visitamos, y lo más hermoso era ver las sonrisas de Gabriel y Sofía, símbolo de su diversión. Como es costumbre, hicimos una pequeña parrilla y creo que almorzamos muy bien (arroz con pato, tamales, chorizo y hotdog).
Luego dejamos que Gabriel correteara por todos lados, me hizo correr todo lo que no corrí en el 2009. se subió a un caballo, cosa que adora y le gusta mucho, y de allí se la pasó en los juegos para niños. No tuvimos oportunidad de entrar a la piscina, será para otra ocasión. Ya a las 4:30 p.m. subimos al bus de regreso y como era de suponerse, los dos enanos cayeron en manos de Morfeo ( y eso duró las 2 horas de viaje de regreso). En fin, el resultado fue muy favorable, la paciencia de Gabriel comprobada, su felicidad demostrada y la unión de la familia consolidada. Recomendación: los niños autistas necesitan de áreas libre y relajantes para su esparcimiento y mejora. Prometo colgar fotos muy pronto pues tomamos hartas fotos y videos. Mañana nos espera un día arduo de trabajo. Bye.

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